(Viene de aquí)
Sr. Alsogaray.- Señor presidente: la Unión del Centro Democrático, desea rendir su homenaje a uno de los próceres máximos de nuestra organización nacional, don Domingo Faustino Sarmiento, en ocasión de cumplirse el 97° aniversario de su fallecimiento.
No somos partidarios de recordar año a año en este recinto a todos los próceres y acontecimientos políticos y militares que hicieron nuestra Nación y escribieron su historia. Reiterar de esta manera los citados homenajes los transformaría en un práctica rutinaria que terminaría por desmerecerlos.
Pero la figura y la obra de Sarmiento tienen en los momentos actuales una especial significación. Hoy como ayer –en la época en que le tocó actuar- estamos viviendo una difícil transición de un sistema basado en poderes discrecionales del Estado casi absolutos, que coartan las libertades individuales, a otros sistemas basados en la libertad que Sarmiento contribuyó a afianzar y que esperamos que también vuelva a imperar en esta oportunidad.
Hoy, como ayer, después de casi cuarenta años de desorden y de predominio absoluto del Estado que hicieron retrogradar la Nación Argentina, tenemos que elegir nuevamente entre el estatismo que provocó el eclipse y la decadencia argentinos o el sistema liberal de nuestra Constitución, que a fines del siglo pasado y principios de éste hizo la grandeza de nuestra Nación.
Recordar a Sarmiento en esta encrucijada, recoger sus enseñanzas y sobre todo sentirnos impulsados por su temple de acero nos ayuda sin duda a recorrer con paso seguro el difícil camino de esta transición.
Tres grandes motivaciones gobernaron la vida batalladora de Sarmiento: su pasión por civilizar, su pasión por educar y enseñar y su pasión por la libertad.
Junto a Alberdi, con quien no siempre congenió, Sarmiento constituye un verdadero paladín del ideario liberal. La causa de la libertad tiene con este gran luchador una deuda de gratitud y reconocimiento que nunca podrá saldar completamente.
No me referiré aquí a la vida y obra de Sarmiento. Afortunadamente éstas nos son muy conocidas desde la escuela primaria, que a él tanto debe, como a través del Colegio Militar, la Escuela Naval y tantos otros institutos que fundó y organizó.
En las aulas de las escuelas hemos ido tomando conocimiento de todo lo que este prócer hizo por su Nación, peo quisiera citar algunos de los rasgos más destacados de su personalidad y su acción.
En primer lugar cabe mencionar su lucha por la civilización, a la que define diciendo “Civilización es el imperio de la Ley y la Autoridad constituida; educar a las masas por la escuela primaria; abrir los puertos y los ríos al comercio universal; construir caminos y vías férreas, fomentar el arraigo de nuevos colonos, remover todos los obstáculos morales a la libre expansión de las fuerzas económicas…” Y agrega “La riqueza de los pueblos modernos es hija solo de la inteligencia. Fomenta los caminos de hierro, vapores, máquinas, frutos de la ciencia, dan la vida, la libertad a todos, el movimiento libre, los correos, lo telégrafos, los diarios, la discusión, la libertad, en fin”
De esta manera vemos firmemente amalgamados conceptos que en realidad son inseparables: civilización y libertad.
El absolutismo, cualquiera sea su forma, implica retroceso y oscuridad. Sarmiento lo señaló a fuego en su libro Civilización o Barbarie. En la época presente el absolutismo no revista las mismas características anárquicas y caudillescas del siglo pasado, pero ejerce a través de la prepotencia del Estado, principalmente en los campos económico y social. Pero no por distinto es menos abusivo y pernicioso, y contra él debemos luchar con el mismo empuje con que lo hizo Sarmiento en la época de la tiranía.
En segundo está su ya citada pasión por educar: desde su humilde escuela en San Francisco del Monte, San Luis en 1826, hasta la Escuela Nacional de Tucumán en 1873 y las escuelas superiores fundadas en San Juan, San Luis y Mendoza, pasando por toda la larga lista de institutos que creó. Su acción permanente e iluminada contribuyó más que nada a sacar al país del atraso y de la barbarie en que más de cuarenta años de absolutismo y lucha fraticida lo habían sumido.
En tercer lugar lo que sobrecoge es su presencia incansable en los más variados campos de la actividad humana. Educador, militar, periodista, maestro por sobre todas las cosas, gobernante, propulsor de industrias y del desarrollo del país, escritor, legislador y presidente de la República: nada útil a la Nación escapó a su infatigable accionar.
Está además su pasión por servir a la República desde cualquier cargo. Después de haber sido presidente de la Nación aceptó ser superintendente de escuelas y cuando se ligó a Urquiza en la lucha previa a Caseros, aceptó un puesto secundario como boletinero del Ejército, porque sea por medio de la pluma o de la espada –según sus propias palabras- igual se sirve a la Nación.
Para finalizar, deseo hacer una pequeña referencia de tipo personal porque apunta a la condición humana de Sarmiento, En la guerra contra el Paraguay confió a su hijo Dominguito a mi bisabuelo, el coronel de marina Alvaro José de Alsogaray. Dominguito murió en el campo de batalla y la correspondencia suscitada entre mi bisabuelo y Sarmiento a raíz de su muerte, muestra las fibras sensibles de este gran hombre, reflejadas también en su obra Recuerdos de provincia.
Todo ello nos permite repetir, con Carlos Pellegrini, que el suyo fue probablemente el cerebro más poderos que haya producido la América. (Aplausos.)
Transcripto del original en papel por Claudia Bonzo, corregido por Pablo Parenti
Transcripto del original en papel por Claudia Bonzo, corregido por Pablo Parenti
Nota: Es nuestra intención transcribir el libro completo, material que iremos subiendo a medida que este listo. Una vez terminado el trabajo se armara el (PDF) para su descarga. Siendo este libro edición del Congreso de la Nación y no habiendo en sus páginas nota que indique lo contrario, creemos de buena fe que podemos hacerlo sin infringir ley de propiedad intelectual alguna.
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