6 de junio de 2015

Pensando a quién votar

Por Elena Valero Narváez (*)




Cuando emitimos el voto, si somos mínimamente racionales, lo hacemos pensando en que podemos mejorar. Es por eso que entre los candidatos elegimos al más potable, al que representa ideas y proyectos, según nuestro criterio, mejores.

En un año electoral, los argentinos miramos con atención a quienes serán los próximos gobernantes. Como las ideas se encarnan en personas, la gente pretende desnudar a los candidatos, saber que piensan y qué proponen. Ellos se esfuerzan durante la campaña en parecer atractivos a la mayor cantidad de sufragantes. Para gobernar, tienen que llegar al poder, condición sine qua non, por lo tanto evitan decir todo lo que puede desagradar. Es así como escuchándolos pareciera que el mundo es fácil y que son posibles las utopías.

Sin embargo, si uno fija mejor la mirada, aunque se haya pasado una década donde se imitó el pasado peronista -el de 1946-1955- ha habido un cambio cultural que se expresa en muchos de los políticos que se presentarán en las próximas elecciones.

Un ejemplo paradigmático es el Partido Radical: varios de sus dirigentes han cambiado las ideas que tenía Raúl Alfonsín Ven más clara la realidad, han aprendido que no pueden rechazar el subsistema económico capitalista y que éste se desarrolla bien sólo con un marco institucional adecuado que permita al Estado desempeñar bien el papel de ayudar al sector privado con reglas claras y perdurables. También que deben aliarse si quieren alcanzar el poder Es así como se ha podido conformar una alianza con el Pro, partido con ideas más liberales.

El peor de los peligros para Argentina es que vuelvan al gobierno los burócratas, que intenten salvarnos con dirigismo económico y dando dinero ajeno a grupos empresarios. No hay que dar “peaje” para las ventajas de los amigos del poder.

Mauricio Macri a quien se están acercando las fuerzas cercanas al centro, se está perfilando como el mejor candidato. Es cierto que su discurso a veces es contradictorio con declaraciones liberales que hizo en un pasado reciente. No habla de abandonar los planes y subsidios, ni de privatizar a pesar de representar el cambio del modelo kirchnerista. Es parte de la estrategia que todos los candidatos tienen de acercar también a los kirchneristas desilusionados, pero temerosos, de que se les quite los puestos y planes que con irresponsable generosidad les ha dado el Estado.

Pero ya lo hemos visto gobernar en la ciudad. Y realmente ha producido una gestión mejor que sus antecesores. También representa la tolerancia en la política, el respeto por el sistema de partidos. Es visto con buenos ojos por el capital internacional e inspira mucha más confianza que los otros candidatos.

Si Macri logra alianzas que le permitan llegar a la presidencia con sectores afines, puede abrirse un camino saludable para los argentinos. No es fácil la salida por la pesada herencia que el gobierno actual deja, pero, sin duda, asegura también, opinión pública sin control del estado, seguridad jurídica y gobierno limitado, el ambiente adecuado para resolver los problemas.

El cambio del que habla Macri es regresar a la Constitución liberal de la que nos alejamos. Los derechos individuales se han comprimido y la consecuencia más grave la representa la muerte de Alberto Nisman producto de la represión a la libertad de expresión.

El modelo kirchnerista no es posible continuarlo en una sociedad de alto grado de complejidad como la nuestra. Las personas reclaman la posibilidad de cuestionar, contestar y criticar al Gobierno y éste tiene que tolerar las opiniones divergentes respecto de su liderazgo.

No se puede prolongar un gobierno autoritario que cierra la sociedad y se opone al desarrollo de los mercados que diversifican los intercambios humanos en todos los niveles.

En las próximas elecciones decidiremos si dejamos de imitar la experiencia venezolana donde - como en todos los socialismos- escasea el conocimiento y la creatividad, reina la cerrazón intelectual acerca de los cambios y todos terminan siendo soldados de la burocracia gobernante.

La alternativa es seguir un rumbo lo mas liberal posible. No hay otra salida si queremos mejorar. Seguramente -no creo en las utopías- los mercados no serán totalmente libres. Lo importante es que el marco normativo perfeccione los intercambios, que no los perjudique.

Debemos aceptar, sin embargo, que por más que nos afanemos la mayoría de las relaciones humanas nunca serán idílicas debido a que el ser humano es misterioso en su peculiaridad y fantástico en sus necesidades y creaciones. Pero, podemos estar seguros de que el desarrollo del mercado no puede traer pobreza, sí crisis Pero de ellas, por lo general, aprendemos.

Tenemos éste año la posibilidad de un cambio; dentro de las limitaciones razonables podemos, con nuestra elección, optimar la calidad de vida. El gran tema en Argentina es si sabremos aprovechar la oportunidad que las elecciones nos brindan de rechazar las políticas que han fomentado el asistencialismo y el paternalismo. La transferencia de recursos de un grupo a otro, según el omnipotente criterio de los gobernantes, nos está haciendo depender de los caprichos del Ejecutivo, poder al que ya hemos comenzado a temerle. De ello a la dictadura hay un paso.


(*)Elena Valero Narváez (Analista política, Periodista e Historiadora)
Vicepresidente 1ª de la Unión de Centro Democrático (UCEDE)
evaleronarvaez@hotmail.com

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