Agosto de 2013.
Los partidos políticos en la Argentina están desprestigiados y son débiles porque hace muchos años que sus dirigentes, cuando llegan al poder, actúan de manera irresponsable, aislándose de los votantes. La carrera hacia la presidencia se convierte así en la carrera del delito y de la corrupción. Los grupos sectoriales demandan beneficios imposibles de satisfacer, lo cual motiva situaciones explosivas y muchas veces ingobernables. Sucedió en la Argentina desde 1930, cuando comenzaron los golpes de estado y los argentinos transitamos el peligroso camino que nos alejaba de la democracia.
Los grupos de presión (sindicatos, iglesia, ejército, empresas) mostraban a los presidentes de turno, en una débil democracia, las funestas consecuencias que acarreaba no acceder a sus demandas. El ejército quedó como el único capacitado para actuar a pedido de la gente y de los polítcos, quienes se vieron superados por los conflictos que ellos mismos provocaron.
Ideas antidemocráticas habían prendido en círculos de poder vinculados a militares que vieron cómo en Rusia, España, Portugal e Italia, líderes autoritarios habían impuesto el orden. Mussolini atrajo las miradas de jóvenes oficiales, entre los cuales se destacaba Juan Domingo Perón. Éste, en sus cartas y conferencias a sus pares, les aseguraba que había que preprarse, pues lo que pasaba en Italia (y que había estado observando personalmente) se repetiría años más tarde en Argentina. Debían estar preparados –les decía– para liderar el cambio que se produciría y que llevaría al dominio mundial del fascismo, al socialismo nacional.
Poco a poco se desprestigió la democracia. Se la acusaba de todos los males que había producido la Guerra. Ideas xenófobas que criticaban la política favorable a la inmigración y defendían la autarquía económica y el corporativismo, desplazaron a las que promovían un sistema de partidos y achicar el Estado. Éste había crecido en tiempos de guerra y la crisis del '29 ayudó a que se desarrollara aún más.
Los intelectuales nacionalistas y el Ejército Argentino se alimentaron de ideas antiliberales. Perseguían la pureza racial y cultural que nos venía de España, la destrucción de la democracia y la victoria de un régimen donde imperara el orden y que cortejara a la Iglesia.
Europa les irá mostrando el modelo: una sociedad organizada, ordenada, donde se silencian los conflictos, con una única interpretación del país que surge desde el Estado. De ahí la idea de comunidad organizada y movimiento que impuso Perón.
Por medio de nacionalizaciones y prebendas, el Estado se hizo dueño de empresas y de la voluntad de quienes trabajaban en ellas. La ineficiencia les comió la productividad, las convirtió en simples contenedores de votos y apoyo al candidato que presentaba el partido peronista. La sociedad en su conjunto sufrió el mal funcionamiento de los servicios públicos, los cuales decayeron ostentosamente al no ser regidos por los principios de ganancia, competencia y productividad, como es habitual en las empresas privadas.
Perdimos la democracia republicana, y con ella, las políticas de contenido liberal que habían permitido progresar al país durante muchos años (1853-1930). Desde 1955 hubieron intentos de volver al camino perdido pero no se ha logrado: es difícil volver a la cultura de la responsabilidad, del trabajo y de la libertad cuando se han minado las bases de la libertad.
Después de tantos años de fracaso del Estado empresario, aún hoy un político argentino –Pino Solanas– dijo antes de las elecciones primarias (PASO) que sus ideas son las de Gabriel del Mazo, quien tenía, como otros muchos pertenecientes al partido radical irigoyenista, las mismas ideas de Perón.
Predicó durante años sobre la necesidad de combatir el capital privado aún en las empresas mixtas y mediante la estatización de empresas privadas. "… las sociedades mixtas son una estructura económica defensiva para el capitalismo y a la vez rendidora (...) un mecanismo artero de absorción total de la riqueza pública de cada país que pemtirá (...) el paso de esa riqueza y sus industrias a la neta propiedad privada".
Pino Solanas, como otros opositores al gobierno, comparte las ideas de Perón y Cristina Kirchner. Son las que cada vez que se materializan llevan a los mismos perjudiciales resultados: autoritarismo, burocratización, corrupción, inflación y pobreza.
Les vendría muy bien, ayudados por la historia, mirar las espaldas...
Analista política, periodista e historiadora.
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