1 de octubre de 2014

Mirando las espaldas

Por Elena Valero Narváez. (*)
Agosto de 2013.


Los par­ti­dos polí­ti­cos en la Argen­tina están des­pres­ti­gia­dos y son débi­les por­que hace muchos años que sus diri­gen­tes, cuando lle­gan al poder, actúan de manera irres­pon­sa­ble, ais­lán­dose de los votantes. La carrera hacia la pre­si­den­cia se con­vierte así en la carrera del delito y de la corrup­ción. Los gru­pos sec­to­ria­les deman­dan bene­fi­cios impo­si­bles de satis­fa­cer, lo cual motiva situa­cio­nes explo­si­vas y muchas veces ingobernables. Suce­dió en la Argen­tina desde 1930, cuando comen­za­ron los gol­pes de estado y los argentinos tran­si­ta­mos el peli­groso camino que nos ale­jaba de la democracia.

Los gru­pos de pre­sión (sin­di­ca­tos, igle­sia, ejér­cito, empre­sas) mos­tra­ban a los pre­si­den­tes de turno, en una débil demo­cra­cia, las funes­tas con­se­cuen­cias que aca­rreaba no acce­der a sus demandas. El ejér­cito quedó como el único capa­ci­tado para actuar a pedido de la gente y de los polí­t­cos, quie­nes se vie­ron supe­ra­dos por los con­flic­tos que ellos mis­mos provocaron.

Ideas anti­de­mo­crá­ti­cas habían pren­dido en círcu­los de poder vin­cu­la­dos a mili­ta­res que vieron cómo en Rusia, España, Por­tu­gal e Ita­lia, líde­res auto­ri­ta­rios habían impuesto el orden. Mus­so­lini atrajo las mira­das de jóve­nes ofi­cia­les, entre los cua­les se des­ta­caba Juan Domingo Perón. Éste, en sus car­tas y conferen­cias a sus pares, les ase­gu­raba que había que pre­p­rarse, pues lo que pasaba en Ita­lia (y que había estado obser­vando per­so­nal­mente) se repe­ti­ría años más tarde en Argen­tina. Debían estar preparados –les decía– para lide­rar el cam­bio que se pro­du­ci­ría y que lle­va­ría al domi­nio mun­dial del fas­cismo, al socia­lismo nacional.

Poco a poco se des­pres­ti­gió la demo­cra­cia. Se la acu­saba de todos los males que había produ­cido la Guerra. Ideas xenó­fo­bas que cri­ti­ca­ban la polí­tica favo­ra­ble a la inmi­gra­ción y defen­dían la auta­rquía eco­nó­mica y el cor­po­ra­ti­vismo, des­pla­za­ron a las que pro­mo­vían un sis­tema de par­ti­dos y achi­car el Estado. Éste había cre­cido en tiempos de gue­rra y la cri­sis del '29 ayudó a que se desa­rro­llara aún más.

Los inte­lec­tua­les nacio­na­lis­tas y el Ejér­cito Argen­tino se ali­men­ta­ron de ideas anti­li­be­ra­les. Perseguían la pureza racial y cul­tu­ral que nos venía de España, la des­truc­ción de la democra­cia y la vic­to­ria de un régi­men donde impe­rara el orden y que cor­te­jara a la Iglesia.

Europa les irá mos­trando el modelo: una socie­dad orga­ni­zada, orde­nada, donde se silencian los con­flic­tos, con una única inter­pre­ta­ción del país que sur­ge desde el Estado. De ahí la idea de comu­ni­dad orga­ni­zada y movi­miento que impuso Perón.

Por medio de nacio­na­li­za­cio­nes y pre­ben­das, el Estado se hizo dueño de empre­sas y de la volun­tad de quie­nes tra­ba­ja­ban en ellas. La inefi­cien­cia les comió la pro­duc­ti­vi­dad, las con­vir­tió en sim­ples con­te­ne­do­res de votos y apoyo al can­di­dato que pre­sen­taba el par­tido peronista. La socie­dad en su con­junto sufrió el mal fun­cio­na­miento de los ser­vi­cios públi­cos, los cuales decayeron osten­to­sa­mente al no ser regi­dos por los prin­ci­pios de ganan­cia, competen­cia y productividad, como es habi­tual en las empre­sas privadas.

Per­di­mos la demo­cra­cia repu­bli­cana, y con ella, las polí­ti­cas de con­te­nido libe­ral que habían per­mi­tido pro­gre­sar al país durante muchos años (1853-1930). Desde 1955 hubie­ron inten­tos de vol­ver al camino per­dido pero no se ha logrado: es difí­cil vol­ver a la cul­tura de la res­pon­sa­bi­li­dad, del tra­bajo y de la liber­tad cuando se han minado las bases de la libertad.

Des­pués de tan­tos años de fra­caso del Estado empre­sa­rio, aún hoy un polí­tico argen­tino –Pino Sola­nas– dijo antes de las elec­cio­nes pri­ma­rias (PASO) que sus ideas son las de Gabriel del Mazo, quien tenía, como otros muchos per­te­ne­cien­tes al par­tido radi­cal iri­go­ye­nista, las mis­mas ideas de Perón.

Pre­dicó durante años sobre la nece­si­dad de com­ba­tir el capi­tal pri­vado aún en las empre­sas mix­tas y mediante la esta­ti­za­ción de empre­sas pri­va­das. "… las socie­da­des mixtas son una estruc­tura eco­nó­mica defen­siva para el capi­ta­lismo y a la vez rendidora (...) un meca­nismo artero de absor­ción total de la riqueza pública de cada país que pe­mtirá (...) el paso de esa riqueza y sus indus­trias a la neta pro­pie­dad privada".

Pino Sola­nas, como otros opo­si­to­res al gobierno, comparte las ideas de Perón y Cris­tina Kir­ch­ner. Son las que cada vez que se mate­ria­li­zan lle­van a los mis­mos per­ju­di­cia­les resul­t­ados: auto­ri­ta­rismo, buro­cra­ti­za­ción, corrup­ción, infla­ción y pobreza.

Les ven­dría muy bien, ayu­da­dos por la his­to­ria, mirar las espaldas...


(*) Elena Valero Narváez.
Analista política, periodista e historiadora.

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