30 de septiembre de 2014

Turismo social, ¿desde cuándo?

Por Esteban F. Valiente.
Revista barrial "Al Oeste del Centro".
Mar del Plata, octubre de 2001.


Vista del Casino de Mar del Plata en 1939.
"¡Mar del Plata, siempre de temporada!" decía un slogan publicitario que recuerdo de mi niñez, y de hecho siempre ha sido así, por lo menos hasta el advenimiento de la globalización.

En un principio, con el auge de la inmigración europea en épocas de Sarmiento, estos lares fueron el lugar elegido por italianos pobretones oriundos de todos los rumbos conocidos del antiguo mare nostrum, buscando un lugar común y conocido para desarrollar su arte milenario: la pesca.

El tren de progreso, de la mano del ferrocarril en 1886, cambió la calidad de los visitantes. A diferencia de las italianas que buscaban un hogar, las nuevas visitantes buscaban un reducto de ocio y recreación, tan populares en la Europa imperial de aquellos años. No olvidemos que los ferrocarriles ingleses acercaban los centros de producción al puerto de Buenos Aires y de paso se jalonaron las veras de los tendidos férreos de canchas de golf, deporte "paquete" si lo hay. Nuestra sucursal local de Biarritz se pobló, verano tras verano, de fulanas y fulanos de dieciocho apellidos, acompañados de legiones de personal de servicio, a veces locales y otras traídos con ellos. Hacia 1919, la condición de los visitantes fue cambiando, poblándose de burgueses acomodados –profesionales y comerciantes exitosos–, diluyendo de a poco ese coto cerrado que la "aristocracia" nacional había construido por estos rumbos, dándose su propia "belle epoque".

Antigua Rambla Bristol en Mar del Plata.
El imperio de las clases acomodadas por alcurnia o por dinero hizo "crack" el 5 de octubre de 1938. Ese día, con bombas y platillos se inauguró el tramo Dolores/Mar del Plata de la ruta Bartolomé Mitre, más conocida como "el camino a Buenos Aires" (¡bah!, la ruta 2).

Si bien esta iniciativa comenzó a sonar desde la Asociación de Propaganda y Fomento de Mar del Plata (embrión de lo que hoy es el EMTUR) allá por 1928 cuando era presidida por Rufino Inda, se logró cristalizar en la gestión municipal de José Camusso. Este hombre, surgido de las filas del conservadurismo, de estrecha relación con el gobierno nacional y provincial, fue el gestor que consiguió lo que hacía por lo menos diez años las distintas asociaciones reclamaban, logrando que el gobernador Manuel Fresco a través de Vialidad de la Provincia financiara la obra.


Este último dato no es menor, ya que históricamente se ha relacionado a los conservadores con el mantenimiento del statu quo, pero este fulano rompió el molde. La ruta fue importante, fue el medio, pero lo realmente trascendente fue el inicio de la demolición del la Rambla Bristol, hecho largamente criticado por el valor arquitectónico de la misma, pero nadie –o por lo menos muy pocos– reconocen el símbolo político y social de este hecho. Lisa y llanamente se le decía al pueblo que "esta ciudad ha dejado de ser de los 'pitucos'. Ahora es de todos".

Construcción del edificio del Casino (1938).
Los datos estadísticos de la época acompañan mi última (osada) afirmación: en el verano de 1937/1938 ingresaron a la ciudad 50.000 turistas, mientras que en el mismo periodo del año siguiente fueron 90.000.

El 22 de diciembre de 1939 se produjo –también en la era Camusso– otro hito importante: se inauguró el edificio del Casino que hoy conocemos, de líneas simples y salas espaciosas, permitiendo de esta manera develar al gran público este mundo de los juegos de azar exquisitos y reservados para minorías.

Faltaba perfeccionar el acceso popular, cosa que se dio en los '50. Pero el primer paso, el realmente importante, se dio de la mano de Camusso.


Reflexión sobre el tema:

Los cambios sociales son sucesos que ocurren en los pueblos cuando debido a su crecimiento así lo requieren, a veces es un poco antes, a veces un poco después, y eso es independiente del color político del gobernante de turno. En la mitad del siglo XX, todo el mundo occidental había otorgado derechos a trabajadores y a mujeres, y en el caso especial de Mar del Plata también a turistas, aunque en si no se los pueda considerar "derechos".

–Claudia Bonzo.

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