28 de mayo de 2015

Alvaro Alsogaray -Discursos - Impuestos: ahorro obligatorio (1985)

Reunión 21ª - 14 de Agosto de 1985


(Viene de aquí)

Sr. Alsogaray.- Señor presidente: la fundamentación de este proyecto se apoya en la lucha emprendida por el gobierno contra la inflación y encuadra dentro del plan económico lanzado el 14 de Junio.

La dificultad para analizar estos temas es que parecería que hemos vivido dos periodos gubernamentales muy separados: antes del 14 de Junio y después del 14 de Junio. Incluso ya no sabemos si la palabra “herencia” se aplica a los gobiernos militares o al grupo de funcionarios que actuaron durante los primeros dieciocho meses de este gobierno.

Es bastante difícil diferenciar una cosa de la otra, sobre todo porque, a medida que pasa el tiempo, la “herencia vieja” es sustituida por la “herencia nueva”, y cada día –repito- tenemos mayores dificultades para entendernos. 

Nos place mucho lo que han señalado en declaraciones públicas el señor presidente de esta Cámara y el señor presidente del bloque de la mayoría en el sentido de que se nos ha arrebatado nuestras banderas. Yo cambiaría la palabra “arrebatado” para decir que se las cedemos con toda cordialidad y entusiasmo.

Por fin, luego de muchos años y de dieciocho meses de explicar las cosas, hemos logrado que el señor presidente de la República se definiera en cinco puntos que consideramos fundamentales. El primero de ellos se refiera a que el tema económico es fundamental; si no lo resolvemos corren peligro las instituciones, nuestro estilo de vida y nuestro sistema político, es decir, la democracia. Antes se decía que una vez resuelto el problema de la democracia, los demás problemas, sobre todo el económico se resolverían por añadidura. Ahora, no.

En segundo lugar, se dice que dentro del problema económico lo fundamental es la inflación. Todos los días advertimos una fuerte propaganda para convencernos de que la inflación es grave. Por supuesto que nosotros no la necesitábamos. Tal vez lo mejor hubiera sido que el gobierno anterior –me refiero a los primeros dieciocho meses- lo hubiera comprendido así, ya que su perfomance no fue buena: logró elevar la inflación de 434 por ciento al 1.015 por ciento.

En tercer término, dice el presidente que los métodos gradualistas no sirven para controlar la inflación y que, por lo tanto, debemos actuar drásticamente. Otra coincidencia fundamental. Desde el primer día de Martinez de Hoz dijimos que con gradualismo no irían a ninguna parte; y los sostuvimos siempre, pues entendemos que el método gradualista no sirve para contener la inflación.

En cuarto lugar, tenemos el reconocimiento de las verdaderas causas de la inflación. Por primera vez el gobierno las ha señalado: el tamaño del Estado, el déficit y la emisión espuria de moneda. Antes se decía otra cosa, que la inflación se debía a la puja de sectores, a la perversidad de los comerciantes, industriales y productores que se transforman en especuladores, a las multinacionales, a la Trilateral, a la deuda externa y, por qué no, a la marcha de los astros. Pero nunca se había señalado con claridad todo esto, es decir el tamaño del Estado, el déficit y la emisión espuria de moneda, como causantes de inflación.

No son éstas palabras mías, sino lo manifestado por el presidente de la República en sus mensajes.

Y el quinto punto –dicho esto por el ministro de Economía- es el que se refiere a la imposibilidad de aumentar el salario real y la actividad económica por medio del simple procedimiento de elevar la demanda interna por la vía de la emisión monetaria; error que se había cometido al iniciar el gobierno y que ya no se cometería más.

De manera que estás cinco premisas –o banderas, si se quiere- han sido finalmente comprendidas, lo cual nos place, y constituyen ahora el fundamento del plan económico del 14 de junio. El hecho de coincidir con ellas y con el diagnóstico que se deduce de ellas no quiere decir que coincidamos con la terapéutica puesta en marcha.

Obviamente nosotros hubiéramos liberado todo; en cambio, el gobierno decidió, sobre las base de los mismos fundamentos, hibernar el país, congelarlo, colocar controles de todo tipo: de precios, de salarios, -ni siquiera éstos se pueden aumentar en la República Argentina- , de tasas de interés, de créditos, de exportaciones, etcétera. Todo está congelado e hibernado en la Argentina. Pero esto lo discutiremos mas adelante cuando hablemos de presupuesto.

En todo caso, lo destacable, es que hay que reducir el déficit presupuestario. Y aquí es donde encaja nuestro tema de hoy: para reducir el déficit del presupuesto se propone el ahorro obligatorio. No uso el término forzoso, porque una vez se me criticó por su utilización, ya que me hicieron notar que no era forzoso, sino obligatorio. Me pregunto ¿por qué utilizar las palabras tan contradictoriamente? ¿Por qué usamos la palabra ahorro obligatorio? Si es obligatorio, no es ahorro. El único ahorro obligatorio o forzoso es el que se práctica en los países socialistas. Se implantó en la Unión Soviética y así funciona desde su propia creación. Ahí ahorran todos a la fuerza.

En los países democráticos no podemos entender que el Estado nos obligue a ahorrar; si que nos imponga una contribución o un impuesto, pero no un ahorro forzoso ya que en castellano esta expresión es incongruente.

Es obvio que el gobierno necesita recursos. Nosotros estaríamos dispuestos a proporcionarle todos los recursos de urgencia que nuestra inventiva nos permitiera imaginar, pero a condición de que simultáneamente se nos diga dónde se reducirán los gastos del Estado; porque el problema no está en aumentar los recursos sino en disminuir los gastos. Hay que disminuir el tamaño del Estado, su gasto y sus inversiones, lo cual nos permitirá reducir el déficit.

De manera que la condición para aprobar un proyecto de esta naturaleza es que simultáneamente se diga con claridad, sin eufemismos, sin hablar mas de Opalinas Hurlingham o Siam –que son como los soldados de Aída, que pasan por el escenario cada vez que hay anuncios de privatizaciones-, qué es lo que se va a privatizar. Tan pronto como un funcionario pronuncia, con gran disgusto, la palabra privatización, surgen las reacciones y las prevenciones, tales como por ejemplo, la de no tocar Austral.

El gobierno debería decir con claridad qué es lo que va a privatizar para poder reducir el déficit por la vía racional de no gastar tanto en lugar de estar exprimiendo cada día más al contribuyente.

Sobre la reducción de los gastos no sabemos nada. Tal vez lo sepamos cuando analicemos el presupuesto, aunque hay una dificultad, porque se presenta para todo el año, y no sabemos cuanto es lo que ya se ha gastado. Es difícil determinar si el presupuesto se puede cumplir. Deseamos que se cumpla, a pesar de que se trata de un presupuesto inflacionario; sin embargo, tenemos grandes dudas al respecto. Discutiremos este tema más adelante.

Pasando a otro aspecto de la cuestión, debo decir que hoy me ha ocurrido una cosa rara, tengo que coincidir en algo con el Diputado Monserrat. (Risas.)

Muchas veces se ha utilizado en estos días la expresión demagógica de que hay que cobrarle al que más tiene y al que más puede. Digo demagógica, porque es algo en lo que estamos todos de acuerdo, pero al repetirlo tan seguido parece que conllevara otra intención. Por otra parte, en este caso, lo que se dice no es cierto.

El ahorro obligatorio, puede proporcionar 260 millones de dólares o su equivalente en australes. Este ahorro se supone que es un esfuerzo que se impone a los que más tienen, a aquellos que poseen mayores rentas o patrimonio y con el que se piensa obtener 260 millones de dólares. Pero debemos tener en cuenta que a la población, aún a la más pobre se le pide un esfuerzo de 3.600 millones de dólares, que se descomponen de la siguiente manera: 2.200 millones en tarifas, 500 millones que se le saca a los agricultores por la vía de la elevación de las retenciones, y 900 millones que se espera ahorrar en concepto de sueldos de todo el personal del Estado. Esos no son lo ricos no son precisamente los que mas tienen, sino que se está haciendo una quita indiscriminada. De manera que hay una gran desproporción entre el esfuerzo que se le pide a la población, del orden de los 3.600 millones de dólares, y los 260 millones que se piensa recaudar por medio de este empréstito.

Además, hay otros dos detalles que cabe señalar dentro el artículo. En primer lugar, se ha dicho que no se deben preocupar aquellos que durante 1984 tuvieron rentas y en 1985 no las tuvieron, ya que solamente se presume que durante este año las rentas serán iguales que las del año anterior. Es decir que podrán demostrar que en este año no hubo rentas, aunque será muy engorroso hacerlo y, por otra parte, la Dirección General Impositiva tendrá que llevar a cabo un arduo trabajo para poder aceptar los reclamos. Este es un comentario de orden práctico acerca de un mecanismo que juzgo poco realizable.

En otro orden de cosas, deseo señalar que también se ha dicho que esta vez se va a detectar a los evasores. Si es así, ¿por qué no se detectan las evasiones en las que ya se ha incurrido? Si se admite que hay una gran evasión en los impuestos a las ganancias, sobre los capitales y el patrimonio neto, busquemos allí a los evasores. No esperemos este impuesto para prometer que ahora sí se detectarán los evasores.

Si una persona no declaró algo en 1984 no va a ingresar el ahorro obligatorio sobre la parte no declarada porque de lo contrario lo obligarán a ingresar el impuesto evadido. Es decir que de esta forma el evasor se verá premiado y tendrá un estímulo adicional para seguir evadiendo.

Por último, quiero hacer una referencia a algo que se dijo acerca de Alberdi al hablar éste del crédito de la Nación, que ha sido recogido en nuestra Constitución. Señaló Alberdi que se pueden contraer empréstitos en dinero sobre el crédito de la Nación. Pero en este caso no se trata de un crédito sino de una imposición. Nadie va a contribuir con el ahorro obligatorio en virtud del crédito de la Nación; lo hará porque el gobierno se lo impone, lo cual es completamente distinto. De manera que la cita de Alberdi es correcta desde el punto de vista de la referencia que se hizo aquí. Ella sigue siendo válida eternamente, pero no es de aplicación a este caso particular.



Sr. Alsogaray.- Brevísima, señor presidente.

Sobre el Empréstito 9 de Julio recomiendo al señor diputado preopinante que estudie bien cuál fue su significado. No voy a cometer la irreverencia de explicarlo en esta Cámara porque llevaría algún tiempo y además lo he hecho ya centenares de veces. Pero si necesitan eses empréstito como una sexta bandera, pueden usarlo.

En cuanto a que este empréstito es equivalente a otros usados en la Unión Soviética me sorprende. Nunca creí que la Unión Soviética quisiera arrebatarme esa bandera.



Transcripto del original en papel por Claudia Bonzo, corregido por Pablo Parenti

Nota: Es nuestra intención transcribir el libro completo, material que iremos subiendo a medida que este listo. Una vez terminado el trabajo se armara el (PDF) para su descarga. Siendo este libro edición del Congreso de la Nación y no habiendo en sus páginas nota que indique lo contrario, creemos de buena fe que podemos hacerlo sin infringir ley de propiedad intelectual alguna.

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