5 de octubre de 2014

Álvaro Alsogaray -Discuros- Impuestos - Modificaciones -1984

(Ver Prefacio)

AÑO PARALAMENTARIO 1983
IMPUESTOS – MODIFICACIONES
Reunión 10ª – 19 y 20 de enero de 1984



Sr. Alsogaray.- Señor Presidente: en este primer debate sobre un tema económico inevitablemente nos hemos deslizado un poco hacia la consideración de la política económica general del gobierno. Obviamente, éste no es el mejor momento par hacerlo, ya que la oportunidad se presentará, con seguridad, cuando haya que debatir en la Cámara el presupuesto nacional para 1984, que ha sido prometido para fines de febrero o principios de marzo. De todas formas, dado que hay proyectos concretos para tratar, el deslizamiento a que me he referido es casi inevitable. Trataré de ser lo mas breve posible, no apartándome demasiado del tema específico de hoy.

El presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda ha observado con claridad que este es un conjunto de proyectos enviado por el Poder Ejecutivo, que comprende al FONAVI, al INTA, los impuestos internos, el gravamen destinado al servicio de estadística, la modificación de los impuestos a las ganancias, a los capitales y al patrimonio neto y a la revaluación de los activos ganaderos. Ha dicho también con propiedad que estos son paliativos y que no deben ser considerados aisladamente, sino que con seguridad deben formar parte de algún proyecto global que el Poder Ejecutivo tiene en mente. Creemos que es así, pero a los diputados de la UCD nos gustaría conocer ese proyecto global, porque de lo contrario nuestra acción en la Cámara se transforma en votar exclusivamente lo que envía el Poder Ejecutivo, sin contar con elementos de juicio como para poder acreditar si lo que estamos votando es lógico o no, salvo en lo que se refiere al destino de los fondos y a la conveniencia de realizar préstamos.

Esa desconfianza respecto del proyecto global también proviene de algo que ha señalado el señor diputado Rabanal al repetir los anuncios fundamentales del gobierno, que pretende lograr tres objetivos muy importantes en forma simultánea: reactivar la economía, con la consiguiente reabsorción de la desocupación, aumentar el salario real y contener la desocupación. Como estas tres cosas no se han dado nunca en ninguna parte del mundo simultáneamente, nos permitimos dudar de tal posibilidad. Por lo menos pedimos que se nos explique el método que en esta oportunidad se va a aplicar en la República Argentina para conseguir este objetivo.

Se busca elevar el salario real, reactivar la economía y la mismo tiempo, contener la inflación, destacando la palabra “simultáneamente”. Esta es una hazaña jamás realizada y nos gustaría saber como se va a llevar a cabo en la República Argentina.

Los proyectos que ha enviado el Poder Ejecutivo responden a dos consideraciones: el primer lugar, recaudar fondos de cualquier manera y, en segundo término, atender a determinados intereses específicos, como por ejemplo los del INTA, la Junta Nacional de Carnes, etc.

En realidad esta es una política de feudos, en la que cada un procura conseguir los que más puede, y poco tiene que ver con el programa general al que me refería antes.

No tenemos conocimiento de ese programa general, y sobre todo esto quiero hacer una reflexión: por programa general no entendemos –ni remotamente lo pretendemos- que el Poder Ejecutivo haya resuelto los problemas heredados o haya dado satisfacción a todos los sectores, logrando el bienestar para todos los argentinos. Yo que conozco el tema de los dos lados menos que nadie pediría semejante cosa.

Lo único que pedimos es que a esta altura de los acontecimientos se nos diga cuál es el rumbo que vamos a tomar y cómo haremos para resolver esta situación. Tenemos derecho a solicitarlo porque, por ejemplo, la consideración del presupuesto tendría lugar en marzo, lo cual hace suponer que ya debe haber directivas generales para elaborarlo, pero que todavía no conocemos. Si en la Cámara contáramos con tales directivas a modo de anticipo, nuestras decisiones serían mucho más conscientes y responsables y no consistirían en un cheque en blanco al Poder Ejecutivo, que es lo que actualmente ocurre.

Al no conocer el programa oficial, permítanme decir dos palabras sobre cual es la situación, porque todos los días estamos hablando de la importancia de la deuda externa y del déficit heredado, pero consideramos estos problemas como si fueran pertenecientes a otro país o a otro planeta. No nos damos cuenta de que constituyen nuestro problema de hoy.

Ese problema está constituido por la deuda externa y por el déficit. Todavía no se sabe si la deuda externa alcanza a 40 mil o 44 mil millones de dólares; me refiero a la deuda registrada. Si tomamos la cifra de 44 mil millones, deberemos pagar 5.500 o 5.600 millones de dólares en concepto de intereses anuales. Como el total de exportaciones asciende a 9 mil millones de dólares, restarían, después de pagar los intereses 3.500 millones de dólares para efectuar las importaciones. Esa cifra para importaciones implicará una parálisis de la economía argentina, porque no se podrá mantener en marcha la actividad industrial, que requirió en 1983, 6 mil millones de dólares de importaciones.

El problema que se nos presenta entonces reside en cómo pagar los intereses de la deuda externa. El primer camino podría consistir en conseguir dinero del exterior. En este caso si encontramos quien nos preste nueva moneda, estaríamos aumentando el endeudamiento del país. Si no se opta por esta vía, nos enfrentaríamos con el siguiente dilema, que se traduce en dos posibilidades. En primer lugar podemos agrandar el país para exportar más y producir las divisas que se requieren. En segundo lugar, si no se elige el camino anterior, tendremos que ajustarnos el cinturón, reduciendo las importaciones a un monto de 3.500 millones de dólares; esto implicaría un nivel de actividad industrial menor al de 1983.

El segundo tema, que está íntimamente ligado a la deuda externa, es el déficit global. Este déficit no es del 14 por ciento del producto bruto interno, es del 23,30 siendo éste todavía un cálculo generoso y olvidando algunos rubros. Este déficit se compone de 130 mil millones de pesos de financiación al Tesoro, de 60 mil millones por la cuenta de regulación monetaria y de 40 mil millones por intereses. Este déficit de 230 mil millones no se podrá reducir si no se toman unas medidas fundamentales. Por ahora es financiado con emisión de moneda. Esta emisión es la causa de la inflación. Si no se ataca la emisión, no podrá controlarse la inflación, que es uno de los tres objetivos simultáneos que se ha propuesto el gobierno. Para poder contener la emisión es necesario eliminar las causas que la originan. En caso contrario nos encontraríamos embarcados en las políticas “monetaristas”, tan justamente vilipendiadas cuando se las pretendió utilizar para corregir el fenómeno inflacionario sin atacar el déficit.

En consecuencia, todo lo que se haga en contra de la necesidad de exportar, de ampliar la producción o de reducir el déficit, será negativo para los intereses del país. Tal vez en alguna oportunidad se pueda hacer una excepción, pero es necesario que señalemos el rumbo correcto evitando desviarnos de él. Nuestra actividad debería estar concentrada en analizar cómo ampliar la actividad económica y las exportaciones para producir divisas, junto con la reducción del déficit. Además, los términos están ligados: para paliar el déficit necesitamos incrementar la actividad económica y la producción. De esta forma, el sector privado podrá pagar los impuestos, tasas y contribuciones necesarios para financiar el déficit.

También debemos tener en cuenta el peligro de la hiperinflación. El año pasado comenzamos el mes de enero soportando un alza de precios del 209 por ciento anual. Esta alza de precios indujo a un aumento de salarios, a una devaluación monetaria que hizo más caros los productos importados y exportables y a un elevación de la tasa de interés. Estos tres factores –mayores salarios, devaluaciones monetarias y aumentos de la tasa de interés- produjeron un incremento en el costo de las empresas. Al mismo tiempo, la elevación de los precios provocó un mayor déficit del presupuesto, porque el Estado es comprador de bienes. El déficit que esto ocasiona fue financiado con emisión de moneda, que circula y eleva la demanda. La mayor demanda y el costo de las empresas, hacen subir los precios. Cuando ese precio final es mayor que el punto de partida, nos hallamos en hiperinflación. Quiero señalar que el índice de inflación con que finalizó 1983 fue de 430 por ciento en lugar de 209. Si hoy partimos del 430 y no hacemos algo para romper ese círculo vicioso, a fin de año nos encontraremos en el mil o tres mil por ciento, por mencionar una cifra. De manera que nuestro problema reside en reducir la inflación.

El fin de 1983 no ha anunciado nada nuevo; por el contrario, hubo un empeoramiento de la situación. Durante diciembre la provisión de fondos del Banco Central al Tesoro fue casi igual a la realizada en los once meses anteriores.

En un solo mes el Estado nacional recibió 60 mil millones en concepto de ayuda al Tesoro. La cuenta de regulación monetaria batió también el record, así como los demás factores de expansión. Obviamente esto no se va a parar porque sí, ni se detendrá por el hecho de que haya concluido el año o cambiado el gobierno, sino que habrá de ocurrir en función de las medidas concretas que seamos capaces de tomar, tanto el Poder Ejecutivo como el Congreso Nacional.

¿Qué nos dicen los proyectos enviados sobre estos temas? En realidad no podemos ser muy optimistas. La totalidad de la recaudación nueva, si es que se cumplen las ilusiones de algunos funcionarios, puede llegar al equivalente a 30 mil millones de pesos. Como nuestro déficit es de 230 mil millones, nos faltaría la pequeña suma de 200 mil millones a ser considerada en futuras reuniones de la Honorable Cámara.

Además de esos 30 mil millones vamos a retener 20 mil millones de pesos para el FONAVI. Pregunté yo cuanto se destinaría a viviendas en construcción y cuanto a nuevas edificaciones. La respuesta de los funcionarios fue 8.500 millones de pesos para las viviendas en ejecución y 11.500 millones de pesos para nuevas unidades.

Para las viviendas que se están ejecutando tiene sentido votar el impuesto, porque de esa manera vamos a aliviar al Tesoro nacional, pues sino ese dinero se tendrá que buscar en cualquier otro lado y de cualquier manera, aunque sea por vía de la emisión monetaria.

Pero no tiene el mismo sentido la aplicación de fondos para la construcción de nuevas viviendas, pues éstas se harían con dinero que disminuiría la capacidad contributiva de la población. Sobre todo en este caso, en que se les sacará a los trabajadores.

Hay dos posibilidades para el gobierno: hacer viviendas por razones sociales y para reactivar hipotéticamente la economía, o disminuir el déficit. Debería aclarar el Poder Ejecutivo cual de las dos es prioritaria, porque las dos al mismo tiempo no se pueden encarar.

Si destináramos 11.500 millones de pesos para la construcción de nuevas viviendas, debemos tomar consciencia de que emitiremos 11.500 millones de pesos más para atender el déficit, creados de la nada que van a alentar la inflación.

Para poder ver y analizar todo esto en su conjunto, debemos además, conocer en que consistirá el futuro sistema financiero del país, lo que es tan vital como todo lo referido al presupuesto de la Nación. Supongo que habrá directivas. Pido de nuevo que las conozcamos.

Dentro de este encuadre general deberíamos concluir en fijarnos como norma no hacer nada que impida el aumento de producción, que impida la inversión y que no estimule las exportaciones; y no hacer nada que aumente el déficit. Debemos actuar con sentido contrario a ello. En tal esquema se ubica el tema FONAVI.

No habré de entrar en demasiados detalles, porque en esta consideración se halla el sentido de nuestro voto de hoy. Nosotros nos oponemos; por lo menos no vamos a votar favorablemente este conjunto de medidas en la inteligencia de que todo esto deberá ser considerado dentro de un mes y medio o dos meses, cuando venga al Congreso el proyecto de presupuesto acompañado por una verdadera reforma impositiva.

En ese momento, con el sistema financiero a la vista y con la reforma impositiva, estaremos en condiciones de prestar todo nuestro apoyo a aquello que nos parezca razonable. Pero en el caso particular del FONAVI, existen algunas expresiones de uso común que circulan pero no son tan valederas como parecen. La realidad es que les saca recursos a algunos trabajadores, muchos de los cuales apenas alcanzan a depositar lo necesario para su jubilación, para dárselo a otros. Como es para la vivienda, se alimenta la ilusión de que se hace algo útil, sin advertir que se les saca del bolsillo de los trabajadores algo que podrían capitalizar para sí, trasladándolo a otros señores, sin que sepamos cual será la manera de efectuar ese traslado. Porque, ¿cómo hacer la distribución? ¿Qué aparato de control tenemos a mano para distribuir equitativamente esos recursos? De manera que esto es solamente la intervención del Estado que saca dinero del bolsillo de algunos trabajadores para pasarlo a otros.

Además, esto es un avance del estatismo: más recursos que manejará el Estado. Si creemos que los manejará bien, estamos incurriendo en una ilusión. El otro día, en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, he escuchado los lamentos de cinco señores diputados del interior que competían entre si en la demostración de las barbaridades que se habían cometido con el Fondo Nacional de la Vivienda. La creencia de que ahora se manejará mejor es una ilusión que yo no comparto.

Otro argumento fundamental es el que surge de la pregunta sobre el motivo de un impuesto forzoso a los asalariados. ¿Qué necesidad hay de aplicar un impuesto forzoso para construir viviendas cuando, si se dejase esto librado al mercado, tendríamos 400 o 500 mil viviendas construidas por el capital privado? La República Argentina no se hizo con el FONAVI, ni con planes de vivienda; se hizo con el esfuerzo personal de cada uno. Si seguimos por este camino nos ahorraremos nuestro propio sistema de planificación; podremos usar el de Gosplan. Porque el Estado argentino controla ya el 60 por ciento de la actividad económica y está tomando, en estos momentos, el 87,4 por ciento de crédito y la moneda disponibles. Un poco más y tendremos la planificación soviética en marcha.

El último punto a que quiero referirme es que básicamente todos los países que se ha reconstruido luego de un cataclismo –y nosotros no lo hemos tenido- consiguieron su reactivación poniendo en marcha la producción y dejando para una última etapa la comodidad. Si en nuestra vida personal sufrimos un accidente económico de manera que solo nos queden unos pocos recursos, no pensaremos en comprar un automóvil nuevo sino en invertirlos en algún negocio con cuyo producido poder luego comprar ese automóvil. Tenemos en este momento problemas de producción y de puesta en marcha de fábricas y todo centavo destinado a vivir mejor, por deseable que sea, conspira contra la reactivación de la economía.

Por estas razones, y pidiendo disculpas por introducirme en temas de política económica en general, a pesar de que he tratado de ceñirme al tema específico de hoy, adoptaremos la posición de abstenernos en el apoyo a estos proyectos. Pedimos que cuando vengan el proyecto de ley impositiva general y el presupuesto, y cuando tratemos el sistema financiero, hagamos un verdadero debate para saber cuales son los mejores medios para alcanzar los fines que seguramente compartimos todos.

Aquí no disentiremos nunca sobre los fines. Todos deseamos por ejemplo, la justicia social, todos deseamos auxiliar a los más necesitados y reactivar el aparato productivo. Lo único que estamos discutiendo es cuáles son los métodos para apropiados y sobre ese tema esperamos hacer, en el momento oportuno, un aporte útil.




Transcripto del original en papel por Claudia Bonzo, corregido por Pablo Parenti

Nota: Es nuestra intención transcribir el libro completo, material que iremos subiendo a medida que este listo. Una vez terminado el trabajo se armara el (PDF) para su descarga. Siendo este libro edición del Congreso de la Nación y no habiendo en sus páginas nota que indique lo contrario, creemos de buena fé que podemos hacerlo sin infringir ley de propiedad intelectual alguna.

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