(Viene de aquí)
En términos militares, habría que aniquilarla, ya que esa doctrina sería la causante del autoritarismo y de todos los males que hemos soportado durante los años recientes.
Si bien la definición de esa doctrina no ha sido muy feliz ni demasiado precisa, hay un elemento que puede darnos la clave para entender las razones de es obsesiva preocupación a la que me he referido.
Se ha dicho que esta doctrina asigna una primera prioridad a la lucha contra el comunismo y la subversión a costa de cualquier otra consideración. Con ello se quiere señalar que se parte del supuesto de que para combatir al comunismo y a la subversión algunos grupos o sectores, dentro y fuera de las fuerzas armadas, propician la ruptura del orden constitucional a fin de establecer un gobierno autoritario que sería el único capaz de enfrentar con éxito a esos enemigos. Esto implica obviamente el avasallamiento del estado de derecho y la destrucción del sistema democrático.
Esa interpretación es totalmente falsa; no refleja la única alternativa. El hecho de que algunas veces determinados sectores hayan creído en la necesidad de un gobierno autoritario para combatir la subversión no quiere decir que haya otras soluciones y ni siquiera que la sugerida sea la más potable.
La lucha contra el comunismo y la subversión efectivamente debe librarse. No está en nuestras manos decidir si queremos emprenderla o no ya que nos es impuesta desde afuera. Tampoco podemos renunciar de antemano a ella; implicaría aceptar recorrer el camino de totalitarismo marxista, que es en definitiva el camino de la servidumbre y la esclavitud. Esta lucha debe ser librada en todos los terrenos en que se nos obligue a hacerlo, porque en ello va la supervivencia de nuestro estilo de vida, de nuestras instituciones democráticas, de nuestra Constitución y en definitiva, de nuestras libertades individuales.
He dicho que la creencia de que es necesario un gobierno autoritario para llevar a cabo esta lucha no constituye la única alternativa y que ni siquiera es la hipótesis más probable. La solución definitiva reside en la vigencia de una verdadera democracia, de una democracia que se apoye en el estado de derecho y que no haga concesiones a los adversarios. Las democracias híbridas, vacilantes o contemporizadoras, que creen que resignando principios y cediendo posiciones al enemigo lo van a apaciguar, nunca han sido un freno o una valla para la agresión disolvente; más bien, le han abierto el camino.
La clave de esta cuestión fundamental está en el artículo 2° del proyecto de ley, que dice lo siguiente: “La defensa nacional es la integración y acción coordinada de todas las fuerzas morales y materiales de la Nación, para enfrentar las agresiones de origen externo…”. Con este artículo y sus correlativos, no la defensa nacional como concepto ni las fuerzas armadas como instrumento de acción tienen nada que ver con la guerra subversiva que puede desatar en cualquier momento el comunismo o cualquier otro totalitarismo. Se ignora así la hipótesis de guerra mas probable, la que se puede verificar en cualquier momento, en el instante en que el imperialismo internacional que la dirige crea que ha llegado la hora de transformar a la Argentina otra vez en un teatro de operaciones. Esta hipótesis de guerra es la más probable y el texto del proyecto la ignora totalmente.
Por otra parte creer que solo la existencia de un gobierno democrático constituye una valla infranqueable al comunismo y la subversión es de una suprema ingenuidad, por no decir de una ceguera suicida. Véanse los casos de Bolivia, Nicaragua, Perú, Colombia y El Salvador, donde movimientos o gobiernos democráticos son acechados constantemente por la acción subversiva, algunos de los cuales han caído y otros pueden sufrir igual destino en cualquier momento. En la historia contemporánea hay numerosos casos donde gobiernos democráticos –por ejemplo, Checoslovaquia –cayeron por la acción subversiva del comunismo porque creyeron precisamente que el solo hecho de ser democráticos bastaba para combatir a este enemigo.
La democracia debe ser fuerte para librar con éxito esta lucha que nos es impuesta y debe serlo tanto en el plano ideológico como en el de los medios materiales que la sociedad está dispuesta a organizar para esta defensa.
El proyecto se refiere fundamentalmente a los medios materiales y excluye de ellos a las fuerzas armadas. Esto es un verdadero desatino. Lo relativo a la lucha ideológica no aparece en el texto del proyecto que estamos discutiendo, pero si en el trasfondo de muchas de las argumentaciones escuchadas en este recinto y fuera de él.
Se ha hablado de democratizar a las fuerzas armadas y de modificar sus planes de estudio para que sean más democráticos. Lo que ocurre es que al expresarse de esta manera probablemente no se sepa de qué se está hablando.
También debemos señalar, sobre todo, que se omite algo fundamental, Para librar la batalla en el terreno ideológico las fuerzas armadas deben estar conscientizadas desde el inicio de sus estudios en el Colegio Militar en el sentido de la defensa de la Constitución Nacional, pero no sólo de la segunda parte –que es la que preocupa siempre a los que defienden la democracia formal- , sino de toda la Constitución Nacional. Esta es liberal, les gusto o no, a muchos de los que ha invocan.
Por lo tanto el ideal de la libertad es el que debe inculcarse en los institutos castrenses a todo lo largo de la carrera militar. Y se debe hacer porque solamente con el sostén de los valores morales se puede librar una verdadera guerra.
De manera que, como señalé antes, es necesario enfrentar al adversario en el plano ideológico y en el de los medios materiales. Para esto último esta ley no sirve; excluye a las fuerzas armadas de la obligación de librar la lucha. Las lleva a no poder cumplir con la Constitución Nacional, ya que las fuerzas armadas no podrían –cómo lo exige el artículo 21 de nuestra Ley Fundamental- organizarse en defensa “…de esta Constitución…” en caso de que esta fuera atacada por la acción disolvente de la guerra subversiva y no por la agresión externa. Entonces, aquellas no tienen ningún papel que jugar contra el enemigo interno.
Otras de las razones que con carácter puntual podemos señalar es que el proyecto revela un desconocimiento completo sobre la organización militar. Si se quiere confiar la guerra antisubversiva solamente a los organismos de seguridad y la policía, vamos a duplicar esfuerzos. No veo cómo únicamente la policía y las fuerzas de seguridad podrían haber librado una guerra como la de Tucumán. Se ha invocado la expresión de Perón, quien dijo que sabía mucho de guerrilla. ¡Por supuesto que sabía! Pero no bastó con la policía, como el quiso hacer; sus sucesores tuvieron que convocar a las fuerzas armadas para aniquilar la acción subversiva. Ningún gobierno futuro podría hacerlo invocando esta ley.
Considero que es redundante insistir sobre esto porque todos estamos convencidos de lo que señalo; pero solamente por razones de otro tipo nos hallamos abocados al tratamiento de un proyecto parcial, inoportuno e insuficientemente estudiado por más que se hayan estado dando muchas vueltas en la Comisión de Defensa. Por lo tanto, entiendo que el proyecto debe volver a comisión, para lo cual formulo expresamente moción de orden, a fin de que se haga un análisis mucho más profundo a la luz de los principios que algunos hemos expuesto en este recinto.
Transcripto del original en papel por Claudia Bonzo, corregido por Pablo Parenti
Nota: Es nuestra intención transcribir el libro completo, material que iremos subiendo a medida que este listo. Una vez terminado el trabajo se armara el (PDF) para su descarga. Siendo este libro edición del Congreso de la Nación y no habiendo en sus páginas nota que indique lo contrario, creemos de buena fe que podemos hacerlo sin infringir ley de propiedad intelectual alguna.
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