Por Ezequiel Gigante (*)
Enero 2015
Enero 2015
El liberalismo es, sin dudas, el movimiento filosófico, político y económico mas eficaz.
Funciona en cualquier país, en cualquier contexto. Sencillamente porque defiende los valores esenciales de una sociedad, defiende al individuo.
No se puede "defender a las minorías", como afirman muchos, atacando al individuo.
Obviamente, al ser un movimiento para seres humanos, puede tener fallas. Pero esas fallas son desprendimientos precisamente de innumerables virtudes.
Y es que, el liberal, al ser tan independiente en sus pensamientos, tan autónomo, se le hace tan difícil ponerse de acuerdo con los propios liberales. Le cuesta mucho más que a otras ideologías formar, por ejemplo, un partido político. No responde, como por ejemplo, en el comunismo o en el fascismo a un líder y nada más que a ese líder.
Los mencionados movimientos totalitarios han destruido sistemas financieros, han destruido países, sociedades, vidas. Y, aun así, pueden adoptar nuevas formas culturales y seguir vigentes, para de este modo volver a aparecer una y otra vez, destruyendo todo lo que se le presente en su camino.
El liberalismo puede, a estas ideologías, derrotarlas en todos los ámbitos: en lo económico, en lo social, en gestión y por sobre todo, en lo moral.
Pero antes, el liberalismo deberá vencer su principal defecto, para así luego poder destruir a sus ideologías competidoras. Deberá unirse.
En Argentina, se ha logrado. Personas como Alberdi, Sarmiento y más recientemente Alsogaray, han demostrado que no es imposible.
Como dijimos, no es imposible, pero tampoco nada fácil. Es una tarea que requiere mucho esfuerzo y sacrificio. Pero vale la pena, la libertad lo merece todo.
(*)Ezequiel Oscar Gigante